Su madre, desesperada por falta de recursos, por los constantes bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, buscó a alguien que pudiera hacerse cargo de Malva. A través de organizaciones religiosas dio con una caritativa familia, los holandeses Hendrik Julsing y Gerdina Sierks. Ellos vivían en la ciudad de Gouda, famosa por su producción de quesos, y junto a sus tres hijos aceptaron hacerse cargo de esta niña. Se transformaron así en sus padres adoptivos.
Lo que nunca se supo en Chile es quién era la generosa familia que cuidaba a Malvita.
Malva Marina muere el 2 de marzo de 1943, cuando tenía ocho años. María Antonia, a través del Consulado de Chile en La Haya le avisa a Neruda de la muerte de su hija y le pide reunirse con él. Jamás recibe una respuesta.
DATO CURIOSO:
Hace unos años, la periodista Alejandra Gajardo logró ubicar a Frederick Julsing, uno de los hijos del matrimonio que adopto a Malva, y dijo que no conocía ni de nombre a Neruda. Hasta entonces nunca supo que su hermana adoptiva era hija de un premio nobel de literatura. Él conservaba las únicas fotos de la niña, en las que se puede apreciar la deformidad de su cabeza, lo que en ningún caso la convierte en un monstruo, como su padre la quiso hacer aparecer. Ratificó que la niña tenía un retraso que le impedía hablar y tampoco podía caminar, por eso la desplazaban en el carrito que tanto le gustaba. Según este cercano testigo y hasta donde él recuerda, Malvita ─como la llamaban cariñosamente─ jamás recibió atención médica.
El otro testimonio lo consiguió Antonio Reynaldos, chileno radicado en La Haya desde hace muchos años. Reynaldos conversó en Gouda con Neil Leys, que si aún vive, hoy es nonagenaria y que ayudó a cuidar a la niña en casa de los Julsing. La mujer narró que Malva Marina llamaba la atención por el tamaño de su cabeza, desproporcionadamente grande frente a sus brazos y piernas muy delgados. Pero aseguró que la niña reía mucho, que siempre mostraba una actitud alegre.
Prosigo resumiendo lo que cuenta el libro:
Neruda, mientras tanto, se ha mudado a París en compañía de su nueva amante, Delia del Carril, donde se esfuerza por organizar el rescate de 2.200 refugiados republicanos españoles.
A la madre de Malva, tras la muerte de esta, no la quiere en México, ni en Chile, porque ya está con Delia. En esa misma época en que la deja abandonada a su suerte en Holanda, escribe poemas antifascistas en que lamenta la ocupación nazi del país”
La única hija de Pablo Neruda nació en Madrid en agosto de 1934 y murió poco más de ocho años después en Holanda, en plena ocupación alemana. Neruda llevaba seis años sin verla y no quiso reconocer su fallecimiento. De hecho, no menciona a su primogénita en las 400 prolijas páginas de sus memorias, Confieso que he vivido. Después de la muerte de Malva Marina, que había nacido hidrocefálica, Neruda bloquea el escape a Chile de su esposa, que poco después acaba presa en un campo de tránsito nazi. La liberación de Holanda en mayo de 1945 la salva de la deportación.
¿Cómo es que el poeta chileno, gran campeón de los marginados, pudo abandonar sin más a su mujer e hija? Esta es la pregunta que plantea Malva, la primera novela de Hagar Peeters (1972), una de las mejores poetas holandesas de su generación. La fascinante historia la narra la propia Malva Marina, desde un más allá poblado de figuras sabias —Sócrates y Goethe entre otros— que le sirven de familia alternativa y le ayudan en su búsqueda de respuestas. En la eternidad Malva ha hecho piña con otros hijos imperfectos de padres cuyas ambiciones literarias acabaron por excluirlos de su vida, como la hija esquizofrénica de James Joyce o el hijo de Arthur Miller, nacido con síndrome de Down e institucionalizado, a escondidas, desde pequeño. Como dice Malva en la novela: “hay un número infinito de hijos abandonados por padres inteligentes, creativos y artísticos”.
Hagar Peeters, escogida por la pequeña Malva como amanuense de su relato, le presta un oído comprensivo. Y es que la propia autora pasó varios años sin conocer a su padre. Herman Vuijsje era un periodista holandés políticamente comprometido que había pasado tiempo en el Chile de Allende y que regresó al país a las dos semanas del golpe de Estado de Pinochet, precisamente el día que Neruda moría; dos días después pudo asistir entierro del poeta. Habiéndose criado en la difícil posguerra holandesa, en una familia judía diezmada por el Holocausto, Vuijsje tardó 11 años en asumir su propio papel de padre.
“No recuerdo haberle conocido hasta que me vino a cuidar una noche cuando tenía cinco o seis años”, dice Peeters cuando hablo con ella una tarde lluviosa de enero en Ámsterdam. “Mi madre le había persuadido de que los niños necesitan tener una imagen concreta de su padre. Me gustó de inmediato. Era el padre que siempre había querido tener. Pero la verdad es que no entendí por qué volvió a callar mi existencia ante su propio entorno durante otros seis años. Cuando por fin se integró a mi vida —y me desveló a sus propios padres, que no sabían nada— fui feliz pero también lo pasé mal. Cada vez que nos topábamos con un conocido suyo en la calle, tenía que presentarme como su hija. Y al principio no le creían, claro. Ahora me llevo muy bien con él”, agrega. “Y me dejó usar sus diarios chilenos para mi libro”.
El hecho de que Hagar haya podido reparar la relación con su padre es uno de los motivos por los que Malva Marina le ha pedido transcribir su historia. En un intento por comprender por qué Neruda quiso olvidarse de ella, Malva razona que al poeta le atraían las hermosuras, la perfección y la fama: cosas que ella, como error de la naturaleza, no podía ofrecer.
“Una enorme cabeza, una implacable cabeza que hubiese devorado las facciones y fuese sólo eso: cabeza feroz, crecida sin piedad, sin interrupción, hasta perder su destino”, apuntó el poeta Vicente Aleixandre, perturbado, en su diario aquel mes de agosto de 1934; “Una criatura (¿lo era?) a la que no se podía mirar sin dolor. Un montón de materia en desorden”. Aleixandre acababa de conocer a la recién nacida Malva Marina en la casa madrileña “de las Flores”, donde Neruda vivía con su primera esposa. Él y Marietje Hagenaar —a la que Pablo prefirió llamar Maruca— se habían conocido en Indonesia, en 1930, donde se casaron en diciembre de aquel año. Neruda era un cónsul joven y guapo; Maruca era descendiente de una poderosa familia holandesa que había hecho su fortuna en la empresa colonial pero que rozaba la ruina. Él tenía 26 años, ella 30. “Maruca estaba profundamente enamorada de Pablo”, dice Peeters. “Y esa fue su gran tragedia. Nunca dejó de amarle.”
Neruda tuvo dificultad en aceptar la discapacidad de su primogénita. Aunque estaba extático cuando nació —“Todo él sonrisa dichosa”, apunta Aleixandre, “ciega dulzura de su voz gruesa, embebimiento del ser en más ser”— no tardó en lamentar lo que veía como un golpe de mala suerte. “Mi hija, o lo que yo denomino así”, escribía en una carta a Sara Tornú, “es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos”. A comienzos de julio de 1936 la creciente tensión política le proporciona una excusa para desembarazarse de su esposa e hija: Madrid, le dice a Maruca, no es segura. A madre e hija las manda a Barcelona, en noviembre de 1936, se mudan a La Haya. En Holanda Maruca encuentra un hogar para su hija con una familia protestante —de la Ciencia Cristiana— en la ciudad de Gouda.
Las imágenes corresponden al verano de 1939. Basta observarlas para darse cuenta que es una niña morena de mirada lejana pero también hay mucha dulzura en sus facciones. La vestían como se acostumbraba en la época: con vuelos blancos, moños en el pelo y para abrigarla, vestido y gorros de lana, probablemente tejidos por su madre adoptiva. Estas fotos, tal y como señala el reportaje de la revista Fibra, echaron por tierra el mito de un ser monstruoso, impresentable y “perfectamente ridículo”, como el propio Neruda dijo de ella en su entorno. Indudablemente que la hidrocefalia hizo crecer desproporcionadamente su cabeza. La niña tenía un evidente retraso y por ello no podía hablar y menos caminar. Abandonada por el laureado padre fue, a su manera, relativamente feliz. Fue acogida en una familia normal y con sus hijos podía jugar como cualquier niño. Cuando Frederick preguntó el porqué del interés por las fotografías se enteró que Malva era la hija del Premio Nobel, Pablo Neruda. Nunca antes había escuchado acerca de su existencia. Aunque sus recuerdos son vagos dice que le decían cariñosamente Malvita y se refiere a ella como “nuestra Malva”. En cuanto a Maruca, comentó que la iba a visitar de vez en cuando. Según Fred (su hermano adoptivo) la niña solo sonreía y disfrutaba de ser transportada por sus “hermanos” en un carretón de madera.Nunca vio doctores en esa casa, ni la llevaban al hospital para ningún tratamiento. Seguían la creencia de que el dolor y la enfermedad debían ser combatidos por la fuerza de voluntad. (Realmente en aquella época a quién padeciera esa enfermedad se le trataba como desahuciado/a, por no haber suficientes medios para tratarla).
Neruda, mientras tanto, se ha mudado a París en compañía de su nueva amante, Delia del Carril, donde se esfuerza por organizar el rescate de 2.200 refugiados republicanos españoles que se exilian a Chile en el barco Winnipeg. En junio de 1940, le nombran cónsul en México. Los nazis ocupan Holanda desde mayo. El poeta ignora las cartas que le manda su esposa, suplicándole cada vez con más insistencia que envíe más dinero porque no puede con los gastos. El 2 de marzo de 1943, Malva Marina fallece. Neruda recibe un telegrama con la noticia. No contesta.
“Después de la muerte de su hija, Maruca le pide a Neruda que la saque de Holanda”, cuenta Peeters. “Y podía haberlo hecho, porque como diplomático tenía ese privilegio. De hecho hubo muchos que se escaparon desde Holanda precisamente a Chile. En un principio, Maruca pretendía reunirse con Neruda en México. Creía que el matrimonio aún podría arreglarse, después de la desaparición de Malva. Pero Neruda se lo prohíbe. No la quiere en México, ni en Chile, porque ya está con Delia. De hecho, como revela el biógrafo David Schildowsky—cuyas investigaciones pioneras sobre Malva me fueron muy útiles—, ya se ha divorciado de Maruca en secreto, anunciando la separación en un pequeño periódico mexicano que ella nunca pudo haber visto. En esa misma época en que la deja abandonada a su suerte en Holanda, escribe poemas antifascistas en que lamenta la ocupación nazi del país”. Decía Neruda en ‘Nuevo canto de amor a Stalingrado’:
Los que España quemaron y rompieron
dejando el corazón encadenado
de esa madre de encinos y guerreros,
se pudren a tus pies, Stalingrado.
Los que en Holanda, tulipanes y agua
salpicaron de lodo ensangrentado
y esparcieron el látigo y la espada,
ahora duermen en Stalingrado.
Maruca le envía una carta en la que le explica las circunstancias de su muerte y le pregunta si está dispuesto a contribuir al coste del funeral, como imaginaréis no hubo respuesta...
Aquel cúmulo de desgracias acabaría sumiéndola en el pozo del consumo del opio y morfina. Murió tras una larga y dolorosa enfermedad en un Campo de concentración japonés.
La fascinante historia la narra la propia Malva Marina, desde un más allá poblado de figuras sabias —Sócrates y Goethe entre otros— que le sirven de familia alternativa y le ayudan en su búsqueda de respuestas. En la eternidad Malva ha hecho piña con otros hijos imperfectos de padres cuyas ambiciones literarias acabaron por excluirlos de su vida, como la hija esquizofrénica de James Joyce o el hijo de Arthur Miller, nacido con síndrome de Down e institucionalizado, a escondidas, desde pequeño. Como dice Malva en la novela: “hay un número infinito de hijos abandonados por padres inteligentes, creativos y artísticos”.
Malva usa la voz de la autora para defender a su madre, para observar y comentar la actitud de su padre antes, durante y después de su vida y muerte, lo observa y se posa a su lado, le habla desde el más allá, se siente liberada tras la muerte.La autora le dota de las travesuras y la imaginación de una niña, pero de un ingenio y voluntad arrollador. No la muestra como una hija rencorosa, sino como una hija falta de atención, reconocimiento y amor por parte de su padre después de cien años en que se le ha dado voz a su existencia, ¡CIEN AÑOS!, y se dice pronto.
Hablamos de un premio Nobel, que proclamaba en su discurso "que todos los seres humanos son iguales y que hay que dar voz a los débiles y a los que no pueden hablar". Y se pregunta la autora: "¿Cómo es posible que desterraras y silenciaras a tu propia hija siendo esta una criatura débil y necesitada? ¿Acaso no es la responsabilidad de un padre cuidar de su hija, aunque esta no responda a sus expectativas o a las normas que impone la mayoría?"
Estoy de acuerdo, hay que predicar con el ejemplo, y como dice Malva en el libro: "Conmigo nació la hipocresía en España". Creo que este señor fue hipócrita. ¿De qué vale erigirse como el salvador de los más desfavorecidos cuándo tienes un ser débil e indefenso, que es tu propia sangre , y debería ser lo que más quieres abandonado? Es que es contradictorio..., pura fachada, y sólo lo veo para quedar bien ante las masas como un héroe, ¡patético! ¡Bien por las vidas que salvo! Me alegro por esas criaturas, suerte para ellas estar en ese momento y lugar si el pudo hacer algo, pero deja mucho que desear su imagen ya y cae bastante el mito sabiendo lo que traía por detrás, al menos a mi ahora me pasa, ¿qué opináis? Si escribía bien o mal esa ya es otra historia e independientemente a eso. Pero que no le dedicara ni un poema a su hija..., y que otras personas si..., que triste también...¿Eso es ser sensible?La poesía es sensibilidad creo yo..., realmente nunca me acabo de gustar tampoco su poesía, respeto a quien si, leí "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" y no me quedé muy impactada que digamos..., sin embargo leo a Machado o a Juan Ramón Jiménez y si me gusta lo que leo, me emocionan incluso.
Y bueno profundizando un poco más en mi opinión personal del libro, pues como podéis ver me he extendido bastante en la reseña, he hecho más bien un resumen, pues pedí el libro porque le tenía muchas ganas, me "picaba mucho la curiosidad" por leerlo, ya que no tenía idea de la existencia de esta hija de Neruda, como supongo tampoco mucha gente. Es impactante leer el olvido y ocultamiento al que fue relegada Malva Marina Neruda, y las circunstancias que rodearon todo, y a parte es muy interesante e impactante leer como otras personas ilustres y conocidas del panorama cultural que nunca imaginé también ocultaron a sus hijos con deficiencias y discapacidades. Después me gustó mucho saber cosas sobre Federico García Lorca , Aleixandre, Miguel Hernandez, que ocurrían alrededor de Neruda y Malva, todo ello mezclandose con poemas, y además también se nota durante toda la obra que la escritora proviene de la poesía porque hay partes narradas de forma muy poética, es decir, con metáforas muy poéticas y bonitas: como el episodio donde compara a los seres mágicos de los cuentos con los niños que nacen con malformaciones, que son inspirados en ellos, ese capítulo es hermoso.
También he de decir que parece a veces el libro un poco desordenado, un tema por aquí, ahora se pone a hablar de otro por allá, ahora divaga la niña, ahora la historia biográfica, ahora poesía de..., y en ocasiones parecía lioso o tedioso, pero..., no se si es por ser su primera novela y por venir de la poesía que no sabe estructurarlo de otra forma la autora, o es que es así...diferente, raro, original...El caso, es que no puedes parar de leerlo, porque te causa curiosidad, ternura...
Lo recomiendo.
Hola! Yo lo leí hace unos días también, para mi no fue una lectura fácil, la prosa requiere mucha concentración y los saltos en el tiempo son constantes, aun así es un libro emotivo e intersante.
ResponderEliminarBesos
Hola:
EliminarEstoy totalmente de acuerdo contigo en todo. Quizá salió así por ser su primera novela, o radica aquí su originalidad, pero lo que dices es emotivo e interesante. BESOS. Gracias por leerme.
Hola bonita!
ResponderEliminarLa verdad es que no me llama mucho la atención. No es lo que suelo leer habitualmente y me da la sensación que a mi se me haría algo pesado.. Esta vez lo dejaré pasar. Gracias por la reseña. Nos leemos!
Bueno, guapa, de todas maneras gracias por leerme. Besitos.
EliminarHola carinyet!
ResponderEliminarConocía la historia por referencias pero nunca he leído nada tan concreto; me parece buenísima. Me la llevo.
Besitos cielo 💋💋💋
Hola Yolanda:
EliminarPues la verdad es que me alegro que te animes mogollón. Fíjate si se habrá escrito poco sobre el tema que yo lo descubrí por este libro.Un beso.